Tengo un problema, un grave problema: exceso de memoria. Y sí, lo que en su momento me supuso subidas de nota en mis rigurosos exámenes de historia, es hoy una especie de amenaza. Y lo que la gente considera un privilegio porque no se me olvidan los cumpleaños ni las fechas más singulares del calendario, yo a veces lo siento como mi propio verdugo. Demasiada memoria que gestionar…
Porque es complicado lidiar con la memoria del recuerdo que quizá prefieres olvidar. Y es muy complicado levantarte por la mañana un día cualquiera y de forma inconsciente saber que ese mismo día hace un año dormías en brazos de alguien, o que hace dos te ibas de viaje, o que hace tres estabas en un hospital. Nostalgia, emociones, arrepentimiento, deseo, temporalidad… Todo eso que pasa mientras vivimos y poco a poco archivamos en nuestro cerebro, de forma imperceptible, como máquinas registradoras. Todo eso, que es la vida, se almacena y de repente, ¡pum! El recuerdo.
Envidio a aquellos que no padecen mi síndrome de memoria excesiva y que no recuerdan ni lo que comieron ayer. Aunque a veces eso pueda crear problemas (¡Oye! Hoy es nuestro aniversario! ¡Qué poco te importa…!) yo creo que en el fondo es una ventaja: la falta de memoria te otorga libertad. Y lo curioso del caso es que quizá yo tampoco recuerdo qué comí ayer y mucho menos tengo memoria para esos «recuérdame que…», pero no olvido una fecha ni a propósito. Números, números… A veces parece que solo tengo memoria para eso, ¡y lo triste es que soy de letras! Pero puedo almacenar en mi mente teléfonos a los que no llamo, datos bancarios que poco muevo e incluso documentos de identidad ajenos, ¿para qué? Para contestar por mi madre cuando le piden el DNI, o para solventar una compra online sin la tarjeta delante. Sí, lo hago, y sin esfuerzo.
Pero estoy aprendiendo a codificarla y a saber que aunque esa memoria a veces me atormenta y me hunde en el ayer, es también una forma de decirme que si pasó puede volver a pasar, que lo bueno regresa y que las fechas de los grandes momentos importantes o de los pequeños instantes vitales siempre formarán parte de nuestra memoria personal. Porque lo que de verdad nos interesa, a ti y a mí, nunca se deja atrás. Así que si alguna vez no te felicito por tu cumpleaños ya sabes que no será porque se me ha olvidado.
Me acabas de sorprender,he abiertoel móvil y mira lo que me encuentro. Muy bueno, como todo lo que escribrs. Un besote
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