Muertos y Catrinas.

2014-10-28-11.30.18«El culto a la vida, si de verdad es profundo y total, es también culto a la muerte. Ambas son inseparables: una civilización que niega a la muerte, acaba por negar a la vida.» Octavio Paz.

Así manifestaba el escritor mexicano, ganador del Premio Nobel de Literatura en 1990, lo que para él y para su pueblo significa morir: revivir. No existe civilización que rinda más y mejor homenaje a ese momento oscuro e incluso tabú para muchas otras culturas que la mexicana. Porque si de entre todas sus peculiaridades y simbologías destaca una, ésa es sin duda la celebración del Día de Muertos.

Celebración, por otro lado, que comparte semejanzas con nuestra tradicional y católica festividad de Todos los Santos, aunque el talante difiera en algunos aspectos. Empezando por el nombre que le damos en España, queriendo evitar hablar de «muerte» e incluso de los de antaño «difuntos» lo terminamos englobando todo bajo «los santos». Pero no en México, donde hablar de muerte es hablar de vida y del proceso natural al que todos, sin importar clase social o raza, estamos destinados.

Así pues, lo que hoy festejan (porque lo festejan) en tierra azteca es nada más y nada menos que el retorno de esos seres queridos que ya partieron. Un reencuentro espiritual resultado de la mezcla de la tradición prehispánica y europea que pervive en México desde hace ya varios siglos y que resiste con fuerza el paso del tiempo, siendo una de las tradiciones que más se celebra a lo largo y ancho del país, luchando por prevalecer sobre el vecino Halloween que se impone año tras año alrededor del mundo.

Para conmemorar estos días en los que aquí visitamos cementerios con pesar y recogimiento, en los hogares mexicanos se coloca un altar representativo que ayuda al difunto en su viaje de regreso. Una fotografía que lo recuerda, sus platillos y tragos preferidos, agua para saciar su sed y aliviar el cansancio del viaje, sal para no corromperse el espíritu durante su estancia, velas para iluminar su camino y papel picado para mecerlo hacia su destino. Los colores naranjas, en alusión al luto prehispánico, y morados, por el luto católico, predominan en todo el altar. Así como las ofrendas de flores, en especial la flor de cempazuchitl que con sus tonos otoñales representa tanto la tierra que nos arraiga como la luz y el calor del sol, que nos da vida. Símbolos eclesiásticos como imágenes de santos y cruces también tienen cabida en esta singular ofrenda, tan mestiza como el propio México.

Al igual que en España durante estos días es costumbre comer buñuelos, panellets y huesos de santo regados con vino moscatel (también castañas y boniatos asados para calentarnos del frío que empieza a acuciar), en México hacen lo propio con su pan de muerto (un pan dulce y redondo que simboliza cráneo y huesos) y las tan llamativas calaveritas de azúcar, que por supuesto también tienen un lugar destacado en el altar.

Son precisamente ellas, las calaveras o calacas, parte fundamental de la cultura mexicana y distintivo más allá de sus fronteras. Claro ejemplo de ello es La Catrina, esa «huesuda» engalanada que se burla de nosotros recordándonos que vida y muerte son una sola. Una figura que tiene su origen en la Calavera Garbancera creada por el ilustrador José Guadalupe Posada en el año 1900 para ironizar acerca de aquella sociedad decadente pero pretenciosa de finales del siglo XIX que trataba de ocultar sus orígenes y carencias con ropajes, tal como lo definía el propio Posada: «en los huesos pero con sombrero francés con sus plumas de avestruz.»

Años más tarde el muralista Diego Rivera rediseñó la «Garbancera» de Posada y la dotó de una indumentaria lujosa y colorida siguiendo la misma línea de crítica hacia una aristocracia más empeñada en querer imitar las corrientes de moda y estilo de vida europeos que de preocuparse por el devenir de su propio país. La palabra «catrín» se utiliza en México para definir a alguien que presume de elegancia y buen vestir, de ahí que Rivera decidiera bautizar a la antigua calavera de sombrero francés como La Catrina.

Y así llegó hasta nuestros días, sumando fama y traspasando fronteras. Hoy no sólo la reconocemos como la digna señora conmemorativa del Día de Muertos sino como uno de los emblemas nacionales más representativos de un país cargado de tradición, tan auténtico como festivo. A fin de cuentas lo que nos transmite la imagen de La Catrina es ese México que celebrando la muerte le está haciendo en realidad un canto a la vida.

Autor: Cristina CG

(De)formación periodista, me cubro y descubro según las circunstancias. Acumulo vivencias y archivo recuerdos. Tropiezo, caigo, escribo y me levanto. CRISTINA CG.

8 opiniones en “Muertos y Catrinas.”

  1. Buen articulo Cris.De él se desprende que los mexicanos estan mejor preparados ante la muerte, que los españoles y,curiosa la diferencia de mentalidad de ambos pueblos en la celebración de la fiesta.El pasado viernes fui ha ver la película » La Verdad «,y te la recomiendo.Los intérpretes,la australiana Cate Blanchett en su papel de periodista y Robert Redford tabién como periodista de TV, se complementan muy bien un buen film de tema periodístico al estilo Watergate.

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