El mundo está conmocionado y yo llevo varios días dándole vueltas a lo mismo entre el pesar de la desgracia y la rabia de la impotencia.
Asisto incrédula a la barbarie que asoló París ese viernes trece y negro que será difícil de olvidar, como lo es el 11S estadounidense o nuestro 11M de terror en Madrid, entre otros. Fechas que quedan grabadas en la memoria occidental y democrática y que funcionan como resorte para movilizarnos en rezos, plegarias, flores, velas blancas y lutos. #PrayforParis
Pero, ¿por qué rezamos por París? ¿Por qué las redes sociales se inundan de torreiffeles y de fotos parisinas de «yo estuve allí»? ¿Por qué nuestra bandera también es la francesa? ¿Por qué pedimos ahora vivir en paz? Porque nos sentimos vulnerables. Porque te puede pasar a ti. Porque al fin y al cabo las 129 víctimas de los atentados del pasado viernes son como tú y como yo. Salieron una noche cualquiera a cenar, a divertirse en un partido de fútbol o a bailar. Eran personas con vidas normales y corrientes, acostumbradas al bienestar, la confianza y la seguridad de una sociedad libre, fraternal e igualitaria. Como tú, y como yo. Y esa proximidad es la que nos asusta de verdad.
Nos compadecemos de los refugiados sirios, sí. Sabemos que su drama es inmenso y que perdura (y lo hará) en el tiempo sin que ningún gobierno se ponga de acuerdo sobre qué hacer con sus fronteras. Vemos imágenes sobrecogedoras de un país que vive bajo la dictadura del terrorismo y el yugo del bombardeo diario. Pero no es la primera vez que esto pasa, desde que tenemos uso de razón Oriente Medio está en guerra y nos parece normal o por lo menos, en cierta manera, irrelevante. El mismo viernes trece y negro murieron 43 personas en otro atentado en Beirut, pero no hubo velas ni condolencias mediáticas, porque allí están «acostumbrados» a vivir así. Somos inmunes frente al hambre, a la guerra y a la pobreza de medio mundo. Pero no lo somos frente al terror en nuestra casa.
Por eso, cuando pasa, nos ataca de verdad. Porque más allá de la muerte de víctimas inocentes (tan inocentes como los civiles que pagan por las guerras de otros) lo que un atentado terrorista de esta índole pretende es golpear nuestro espíritu democrático y bondadoso, donde «las cosas malas» no pasan aquí. El shock social que se produce es tal que ya circulan por whatsapp mensajes de alarma alertándonos de atentados inminentes a la vuelta de la esquina y recomendaciones para no salir de casa. El pánico tiene los pies rápidos y los terroristas saben jugar con él. Ahí es donde nos golpean. Y es ahí donde los gobiernos tienen que saber responder.
Lo acontecido en París es solamente el último episodio de lo que lleva años gestándose bajo la sombra del islamismo radical (y no del Islam) que cada vez se presenta más capacitado y poderoso para hacer daño. Sirviéndose de las redes sociales y de la propaganda violenta y publicitaria que supone un atentado, no es difícil captar a una parte de la sociedad que, aunque viviendo en un país democrático y siendo ciudadano del mismo por segunda e incluso tercera generación, se sigue sintiendo marginal y fuera de.
Así, lo que ISIS consigue es captar a esa parte minoritaria pero peligrosa de la sociedad para, una vez reclutados y amaestrados en sus filas, devolverlos a sus lugares de origen para perpetrar el ataque a su propio país. Y como un caballo de Troya, ISIS deja de estar nada más en Siria, Líbano, Irak… Para estar también dentro de nuestra propia casa. Y entonces es cuando nos damos cuenta de lo que es el poder del miedo.
Qué bien escribes, Cris!! Como siempre, genial!! Toda la razón. Un abrazo guapa!!!
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Mil gracias David!! Un abrazote!! 🙂
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Lo he leído y releído. Me ha gustado mucho como todo lo que sacas de tu cabeza. Mereces hacerlo en una columna periodística!
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Jajajaja gracias mama, esta cabecita mía… 🙂
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Para cuándo la columna??? Mi enhorabuena una vez más! Poniéndole palabras a lo que muchos sentimos, genial! Beso 🙂
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Jesusito!!! Ya llegará la columna ya!! Jajajaja! Un besote, gracias por comentar 🙂
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Sólo una gran persona (me consta que lo eres y con creces) puede escribir como lo haces tú en este y en todos tus textos. Demuestras sensibilidad, inteligencia y bondad en todo lo que haces, y no me canso de leerte. Gracias por hacerme disfrutar de tan buenos ratos de lectura! Te mando un fuerte abrazo desde México, mi linda Cris.
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Muchísimas gracias por tan lindas palabras, Tere! Me alegra ser parte de esos buenos ratos y que disfrutes con lo que escribo. De verdad, mil gracias!!! Un abrazo para ti y todos allá, con infinito cariño! 🙂
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Comparto completamente tu opinión !! Llevas mucha razón.
Opino que los gobiernos se ponen a la misma altura q los terroristas cuando deciden bombardear estos países. Todo esto me suena a una posible 3era guerra mundial. Pánico da solo pensarlo.
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Gracias!! Así es, difícil todo este tema… 😦 Besote!!
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Cristina completamente de acuerdo. No estoy de acuerdo con la violencia, pero si que creo que en estos casos se necesita mano dura.
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Gracias Jose! Sí, la verdad es una situación muy complicada 😦 Un abrazo!
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Muy bien analizado el poder del miedo que nos invade, y bien expuesta la falta de empatía de nuestra sociedad, cuando está lejano.
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Muchas gracias Joan, me alegra que te guste! 🙂
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