Se querían con los labios desangrados, la piel tibia y las manos frías.
Se querían con la locura de los principios y el temor de tanta algarabía.
Se querían en las incipientes desdichas, en las improvisadas alegrías.
Se querían arañándose las vanidades con sonora egolatría.
Se querían con mentiras y silencios, con mochilas llenas y palabras vacías.
Se querían a trompicones, sin valor y con argumentos que nadie más defendía.
Se querían como tontos, como siempre prometían que se amarían.
Se querían como ingenuos, confundiendo pasión y compañía.
Se querían en la oscuridad de cualquier camastro, al amanecer en aquella playa, por los rincones al mediodía.
Se querían con astucia, algún desprecio y demasiada cobardía.
Se querían en la furia, derribando sus muros sin paz ni armonía.
Se querían húmedos y calientes, y de igual forma también se prendían.
Se querían en el odio y el rencor, en el destierro y en la melancolía.
Se querían sin tan siquiera saber quererse, pero lo hacían con el alma y a sangre fría.
Se querían tanto que batallaron todas las guerras de lo imposible y de la apatía.
Pero en aquel camino de infortunio perdieron poco a poco el sentido de sus días…
Y queriéndose de tal forma supieron que llegado el momento con un quedo «hasta aquí» les bastaría.
Se habían querido tanto, tanto, tanto… Que una mañana, sin más, ya no se querían.
Solo tu eres capaz de escribir tan bonito
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Muy bonito y muy triste!! Llegas al corazón de quien te lee.
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