Son días convulsos los que estamos viviendo. Días en los que el temor, la rabia, la tristeza, el desconcierto y la provocación se han adueñado de nuestra rutina. Días que para algunos son de revolución, de garra, de ímpetu, de puño en alto y resistencia. Y que para otros son de prudencia, incerteza, desasosiego y reflexión. Pero en cualquier caso, creo que no son días buenos para casi nadie.
Las redes sociales se han convertido en un hervidero de noticias, de imágenes, de vídeos, de arengas, de bulos, de alarmismo y de insultos. Corren whatsapps como la pólvora difundiendo discursitos en tonos diversos, instando a tensar más la cuerda cuando lo que tenemos que hacer es rebajar la tensión y, por Dios, dialogar con voluntad. Porque me da mucha pena lo que está pasando en estos últimos días. Pena de ver a esta sociedad catalana, que el President Puigdemont se empeña en unificar bajo su abanico independentista, tan rota en dos. Tan sí o no, tan y tú de quién eres, tan llena de prejuicios, de etiquetas y de idioteces. Es cierto que siempre hemos sido un poco así, que la política aquí siempre ha ido acompañada de ese qué te tira más ¿lo catalán o lo español? De cierto recelo incluso. Pero es que lo de ahora asfixia el ambiente.
Llevo días escuchando, leyendo, rebatiendo… Y me muevo entre la rabia de hablar y de callar, entre la confusión que genera el exceso de información (a veces también falsa), entre la disyuntiva de mantener la compostura o estallar. Estoy cansada. De que intenten convencerme y de tener que justificarme. Es que yo no me quiero ir, ¿saben? Yo no quiero irme de mis raíces, de mi historia, de mi cultura ni de mis sentimientos. No quiero pensar en mi país como una extranjera ni mucho menos me quiero sentir como tal. No de esta manera, no así, sin garantías de nada, sin saber siquiera adónde vamos. Llevamos años escuchando que una república independiente catalana será la solución a nuestros problemas, que dejaremos la España rancia y pepera atrás para convertirnos «en la Dinamarca del Mediterráneo», como dicen ilusoriamente nuestros políticos catalanes. Pero sinceramente tengo más claro el concepto de república independiente de Ikea por sus anuncios televisivos que el de Catalunya, porque todavía NADIE nos ha explicado cómo será ni cómo se gestionará.
Se llenan la boca hablando de todo lo que hace mal el Estado, desde la corrupción a manos llenas hasta la violencia policial de estos últimos días, por no extenderme demasiado. Y estoy de acuerdo como la que más en condenar todo eso y en poner los medios suficientes para que no se repita, pero es que miserias hay en todas partes y trapos sucios en cada casa. Que aquí en Catalunya el clan Pujol y compañía nos han estado robando durante años, pero claro eran otros tiempos y había otros intereses políticos. ¡Ay, el molt honorable! Todos bien callados, una élite catalana ejemplar. Qué cierto es eso de que vemos la paja en el ojo ajeno y no la viga en el nuestro, y cuánta falta nos hace a todos un poquito de introspección.
Pero bueno, ya hemos llegado hasta aquí. Y ahora, ¿qué? ¿Una DUI (declaración unilateral de independencia) es la solución? ¿De verdad? ¿Con qué respaldo? Es que ni el de, por lo menos, la mitad de los catalanes. ¿Que somos silenciosos? Puede que sí. No solemos ir a las manifestaciones ni tampoco a votar en elecciones de chocolate, como dice un buen amigo. No, no hacemos tanto ruido con las cacerolas ni con los cláxones por las noches, y solemos alejarnos de cualquier resistencia por «pacífica» que sea, pero también existimos y no queremos que se nos menosprecie ni aquí ni allí. Somos esos catalanes que apelamos al diálogo más que nunca mientras asistimos atónitos al declive de la razón, del respeto y de la sensatez. Somos los catalanes que a lo mejor ahora decimos ¡basta! porque ya estamos profundamente cansados de tantos dimes y diretes y de tanto jugar al orgullo. Dejen de mirarse a ver quién la tiene más larga, y por favor pónganse a trabajar en una solución legítima, responsable, pactada y sobre todo, respaldada por el pueblo catalán. Sí, el pueblo catalán que somos todos, no lo olviden.
Me gusta lo que has escrito, como siempre te digo, lo haces muy bien , cualquier tema que tocas lo Bordas. Sigue, sigue…
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