A veces vuelvo a aquella playa donde nos pasamos horas embrujados viendo el mar, caminando por la orilla bajo el cielo rosado del atardecer. Vuelvo a gritar de alegría en los estadios donde abracé incluso a desconocidos, y también a los conciertos que más me emocionaron. Vuelvo a estar presente en cada nacimiento, en cada cumpleaños, en cada reunión de amigos e incluso de amigos con extraños.
Vuelvo al avión que nos llevó de viaje juntos por primera vez y a los nervios de cada aterrizaje esperando un reencuentro, volvernos a ver. Vuelvo a quedarme atrapada en el tráfico caótico de una ciudad inmensa sólo por compartir música y confidencias un ratito más.
Vuelvo a la primera última cena, aquella de las palabras quebradas, de los adioses inciertos. Todavía recuerdo qué camisa llevabas y a qué olía tu cuello, mezcla de perfume y de tu piel.
Pero antes vuelvo a cruzar la mirada que me hizo estallar. Y vuelvo a tus brazos, a tu pecho, al sabor de tu boca. Vuelvo al primer roce en los labios, a la primera copa, a quitarnos de nuevo la ropa.
Vuelvo a morirme de risa, a cruzar con vértigo y determinación los puentes del miedo, a acariciar los sueños que un día luché y que después logré. Hoy sigo soñando los que alcanzaré…
Vuelvo a ver esa película que nunca terminamos de ver, de la que sigo sin conocer el final. Vuelvo a escuchar mi canción favorita, y la tuya, y la de tantos otros, y vuelvo a bailar al son de la cumbia con nuestros pies tropezando como la primera vez.
Vuelvo a las salas de cine en versión original y a todos los museos que he podido visitar. Vuelvo a entrelazar mis dedos en los tuyos, a protegerme del frío acurrucándome en tu calor, a hacerte caricias secretas por debajo de la manta, a observarte dormir junto a mí en el sofá.
Vuelvo a los brindis en familia, a los veranos de mi infancia bañada de sol y de mar, a las navidades repletas de sillas, a los aromas que nos obsequia mi madre al cocinar. Vuelvo a las carcajadas de mis sobrinos, al brillo de sus ojos, a su energía inagotable y a su eterna curiosidad.
Vuelvo a las sorpresas, a los regalos que hice y me hicieron, a las cartas que escribí y envié con más alma que cuidado y también a las que nunca voy a desvelar. A los detalles que me emocionaron, a los gestos y abrazos que un día y una noche me salvaron.
Vuelvo a los libros que me dejaron huella, al misterio de los encuentros fortuitos, a la increíble casualidad de habernos conocido, al eterno agradecimiento por el tiempo a tu lado, a los cafés con amigas a media tarde, a las veladas hasta el amanecer, a los consejos dados de corazón y a los corazones rotos que me han guiado hasta hoy.
Vuelvo a sentir el pulso a mil por hora, la piel erizada, las lágrimas tranquilas brotar, la respiración cortada, las ganas de gritar. Vuelvo a cada uno de mis viajes con cada una de las personas que me acompañaron. Vuelvo a redescubrir culturas, sigo amando algunas tierras y añorando a esos amigos que tengo lejos y son como hermanos.
A veces vuelvo a los lugares, a los momentos, a los instantes que me hicieron inmensamente feliz. A la sencillez de las pequeñas cosas que hoy rememoro y a las que de vez en cuando me gusta regresar. Porque como dice la canción, uno vuelve siempre a los viejos sitios donde amó la vida y yo que la amé tantas veces, de mil maneras, en diversos lugares y con ciertas personas… No la puedo ni quiero dejarla escapar.
Que bonito Cristina! Me encanta cómo escribes. Siempre llegas al corazón. Te quiero!!
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Que bonito lo que escribes!!Me emociona leerlo por la manera de decir y escribir, Lo tuyo es seguir haciéndolo y vendrá un día tu recompensa, te lo mereces. Mamá
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