Parece que fue ayer cuando escribí mi Gracias 2016 con la ilusión y la incertidumbre por el año que comenzaba, el mismo año que en unas horas se nos irá. Cómo pasa el tiempo… De nuevo aquí, haciendo recuento del año y los daños, de las vivencias, los aprendizajes y los momentos que nos han traído hasta hoy y de los que sigo dando por ello las gracias.
Aunque para empezar, si tuviera que reducir este 2017 a una sola palabra sería ‘convulso’ en lo personal, en lo social, en lo mundial. El 17 de agosto Barcelona vivió una de sus jornadas más tristes cuando el yihadismo nos golpeó en Las Ramblas aquella tarde de verano. Pero este año también nos ha dejado ataques en Londres y Manchester, medio millar de fallecidos en el atentado de Mogadiscio el pasado octubre y muchos miles más resultado de las guerras que no cesan. Trump cumple su primer año en la Casa Blanca con más polémica que aciertos y Corea del Norte sigue tensando la cuerda de la amenaza nuclear con los ensayos de misiles. La naturaleza no perdona y el continente americano ha tenido que hacer frente a varias tormentas tropicales devastadoras mientras México temblaba trágicamente en septiembre. España y Portugal han luchado contra los incendios igual que California, y Europa central se ha lamentado por las inundaciones. África sigue pasando hambre mientras miramos hacia otro lado y Venezuela sigue abocada al abismo de la sinrazón. Y aquí en casa, «el procés» nos ha dejado desgaste, tensión y crispación en la sociedad catalana y para con el resto de España sin que hayamos conseguido entendernos todavía en esta triste fractura.
Dejando a un lado el panorama internacional, 2017 también me ha dado sacudidas en lo personal. Algunas malas noticias que nos ha dejado este año resultaron ser mejor de lo pronosticado, pero otras se han quedado con nosotros, en familia, para seguir afrontándolas con fuerza y cierta serenidad, o resignación, o inteligencia, o como diablos se pueda. La verdad es que no, no le doy las gracias a este año por eso, no se las doy a la vida tampoco porque preferiría que la infancia de los niños fuera perfecta y fluyera con la naturalidad que ellos se merecen, lejos de médicos y de diagnósticos, pero hay cosas que no podemos cambiar y ante eso el mejor escudo es plantar cara, seguir adelante y no decaer. Si tengo que dar las gracias por esta situación lo haré entonces por el aprendizaje que los reveses nos dan para poder valorar que la vida es hoy, ahora, con todo lo que tenemos y con todo lo que podemos dar.
Lo que sí le agradezco a este año es que he podido seguir viajando y no sólo he descubierto nuevas tierras y culturas sino también a personas que me han permitido ver a través de diferentes puntos de vista. También he reído mucho, con lo divertido y con lo absurdo, me he reído incluso por no llorar, aunque en ocasiones también he terminado llorando. Y entre algunas de esas lágrimas he entendido que hay una delgada línea que separa el ego de la autoestima, el pundonor de la altivez, y el interés de la ruindad. Y he comprendido también que anteponerse cuando lo das todo y no lo valoran no es egoísmo sino amor propio, porque al final exponerse demasiado termina ahogándote la dignidad y quebrándote el alma.
Soy consciente de haber relegado a personas de mi camino a lo largo de estos últimos meses, pero en realidad esas personas ya me habían dejado antes a mí y lo que ahora se pone de manifiesto es lo que ya estaba encima de la mesa tiempo atrás. Las ganas de mantener el contacto, de estar, de dar el cariño que tienes para dar se diluyen cuando no recibes un mensaje por iniciativa propia, una llamada de vuelta, un ¿cómo estás? de corazón. Así que le doy las gracias a la vida por haberme cruzado con esas personas que me dejaron, seguro, alguna enseñanza pero le agradezco a este 2017 el haberme hecho comprender que quien no te busca en la reciprocidad es porque no te extraña, y quien no te extraña simplemente no te quiere.
Gracias 2017 por haberme permitido cumplir los objetivos más importantes que me marqué para tus 365 días aunque todavía me queda mucho por recorrer. Gracias por los amigos que permanecen conmigo, a ambos lados de mi océano tan amado como odiado. Gracias por los que a pesar de vernos menos de lo que nos gustaría, siempre están ahí como si no pasara el tiempo. Gracias por mi familia que sigue ocupando todas las sillas en Navidad y por esos ocho niños que me atrapan en su cápsula de felicidad. Gracias por el amor que me mantiene a flote, el que me hace sonreír sin proponerlo, el que me da tanta paz. Gracias por el desamor que me rasga, que me enfurece, que me hace llorar, por recordarme que de las mentiras ya no se regresa igual y que hiere mucho más una excusa a traición que la más dolorosa verdad.
Gracias por las noches en vela, las buenas, las malas, las que vivo a solas y acompañada. Gracias por los cafés a media tarde, las aventuras que planeamos, los aviones, las esperas, los reencuentros, los abrazos y las mil y una emociones. Gracias por los rincones perdidos a la vuelta de la esquina, los paseos improvisados, la inmensidad de todo un mundo que me queda por recorrer. Gracias a los compañeros de viajes y locuras, a esos planes que no salen como esperamos pero que resultan siempre mucho mejor. Gracias a todos los que se han detenido un rato durante este año para leerme, para comentarme, para alentarme en mi sueño y para aconsejarme. Gracias por los detalles, las risas, los buenos deseos, las manos que no te sueltan y los recuerdos que nunca enmarcamos.
En definitiva, gracias 2017 por haber sido un punto de inflexión en muchos aspectos, de descubrimiento personal, de crecimiento, de metas cumplidas y de soltar algunas amarras. Un año de cambios y aprendizaje, un año con sus luces y sus sombras que ya toca a su fin. Gracias a la vida por habérmelo regalado y gracias a todos los que siguen en ella avanzando a mi lado.
¡FELIZ 2018!
No esperaba encontrarme con estas letras hoy, tan bonitas y tan sinceras, y tan a gusto que las he leído y tan a gusto que me he quedado después de leerte, que bien lo haces!!! Me gusta a rabiar todo lo que escribes y por eso deseo que lo sigas haciendo hasta ver tu “obra .Mamá
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Hoy vuelvo a leerte y se me han saltado las lágrimas, me parece bonito y hondo lo q escribes , ojalá un día tengas lo que anhelas y te mereces. Te quiero hasta más allá del infinito como no sé quién dijo.Mama
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Una preciosa mezcla de autenticidad, periodismo, psicoanálisis, emoción, evaluación, plegaria, ternura y dolor. Todo ello envuelto con un velo de generosa literatura. Conmueve. Pura vida.
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