Qué juego peligroso es el que tienta rabia y dulzura en décimas de segundo.
Qué macabro espectáculo el que ven mis ojos al otro lado de la mesa actuando casi como extraños.
Qué triste canción suena de fondo mientras tú y yo ni siquiera somos.
Qué falsa inocencia la nuestra, que pretende justificar lo que nunca nos será perdonado.
Qué mentira tan dichosa esa de sentirnos amados siendo el nuestro un querer a pedazos.
¿Qué ingrata incertidumbre nos depara esta noche?
Qué alivio no verte, qué placer provocarte, qué tortura perderte.
Qué vanidosa emoción esa que te hace volver siempre a mi cuerpo.
Qué ego más altivo pensar que todo lo quieres, que siempre te tengo.
Qué pena darme cuenta de que todo esto, así, ni es para mí ni me conviene.
Qué derroche de tiempo, de juventud, de vida.
Qué extraña valentía creernos capaces de lidiar con semejante locura rozando los límites de la hipocresía.
Qué maldito este amor, si es que podemos ponerle tal nombre, que tras de ti me desgarra las entrañas y desnuda, frágil, lo poco que queda de mi alma.
El que se enamora pierde. 😦
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Jajaja! Quiero creer que existen las excepciones 🙂
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Muy bello!!⚘
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yo la perdí para siempre, desde aquel día han pasado ya años y sigo perdido sin ella
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Hay amores que aunque terminen siempre serán eternos…
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si es cierto lo que dices y eso hace que ya no puedas volver amar
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