Es tu risa la que me provoca cosquillas
en cada una de mis coordenadas,
como si un viento suave me traspasara hasta el alma,
siendo tú la brisa que empuja mis mañanas,
y el aire que alivia las noches más cálidas.
Soy yo como ese barco a la deriva
que busca refugio entre tus dedos
jugando al poder y al tormento,
navegando sin bandera, ni control ni timonero.
¿Es el destino con sus bromas macabras
o somos nosotros provocando el azar?
De tenernos, de soñarnos, de perseguirnos,
de no soltarnos las amarras ni en la más cruda tempestad.
Porque cuando vamos juntos tomados de la mano,
como fugitivos de este amor apresurado
lleno de sombras, deseo y contratiempos,
siento que podemos ser más fuertes que cualquier lamento.
Pero en el momento en el que dices no puedo,
ya basta, no sigas, qué miedo,
algo se tambalea en mis cimientos,
y me hundo en una marea que ahoga, que estalla,
que me condena al destierro cualquier sentimiento.
Si es verdad que sientes
que mi amor no lo merece, que no soy lo suficiente,
arrancaré de mi cabeza la lauréola que un día me pusiste,
confinaré mi lengua a un vasto silencio,
callaré al fin mis dudas, no buscaré más tu consuelo.
Y si después de todo todavía temes ser arriesgado
le pediré al sol que me ciegue los ojos,
y le suplicaré a la hiedra que enrede mis manos,
pues no podré ver de nuevo cómo te vas de mi lado.
Hoy te he leido como una poetisa. Muy bonita y llega adentro, todo lo que escribes me gusta a rabiar.Ya tenia ganas de volverte a leer.Mama
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Me ha gustado mucho!!
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