Anhelas el calor de una caricia latente
enmarcada entre nubes de guata,
dulce como algodón de azúcar…
Mientras suena el tictac de tu viejo reloj.
Atesoras letras rasgadas y convincentes,
viajeras, errantes, taimadas,
dueñas de una verdad casi olvidada…
Cuando azota el recuerdo de un tiempo mejor.
Añoras aquella adolescencia ingenua y valiente
mecida entre flores deshojadas,
ideas confusas, proclamas descabelladas…
Mientras sufres callado ocultando el dolor.
Adivinas trémulo el discurso que crece indecente,
mentiras ruidosas, solemnes, afiladas,
enmudece el eco de la vida, el alma ya cansada…
Cuando te clavas la daga que mata el amor.
Pero luego asoma la brizna de otra pasión naciente
en el trasfondo acuoso de una mirada,
en los labios que surcan pieles, en las cálidas palabras…
Y ahí vas de nuevo, extenuado, herido y ciego,
apostándolo todo, corazón.
Como de costumbre me gusto mucho.
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