¿A quién no le han preguntado alguna vez qué piensa? Qué opinión te merece esto, qué te parece lo otro, qué piensas acerca de… O simplemente qué estás pensando ahora. ¿Qué?
A veces preguntamos por preguntar, para llenar silencios incómodos, para saber de qué vas. O preguntamos para no quedarnos atrás, para compartir, para luego informar. También lo hacemos por interés real, por curiosidad, para pedir consejo o para reafirmarnos en algo un poco más.
Pero qué hay de todas esas veces en que quisiéramos preguntar y no lo hacemos. Por vergüenza, porque parecerá una tontería, porque nos espantan las cursilerías. Y sin embargo, son las respuestas a todas esas preguntas calladas las que nos acercan siempre un paso más, las que consiguen romper las barreras para conocernos hasta el final, traspasando nuestros propios límites resguardándonos de la inseguridad. Por eso, aunque nunca te lo pregunte me muero por saber qué es lo que piensas.
Qué piensas de la muerte y de si habrá algo tras ella. Qué piensas de las noticias que te acompañan al trabajo cada mañana o de las que ves mientras cenas. Qué piensas del terrorismo, del cambio climático y de la guerra. Qué piensas del partido que se juega mañana, y del nefasto resultado del de ayer. Qué piensas del último libro que te regalé.
Qué piensas de la fe, de la iglesia y del Papa. Qué piensas de tu mundo y del mío. Qué piensas de las ciudades que conociste y de las que quieres conocer. Qué piensas del destino y de los cruces en el camino. Qué piensas de las cenas con velas, de los boleros y de la primera vez.
Qué piensas cuando despega el avión, y cuando aterriza. Qué piensas al regresar de un viaje. Qué piensas de tus padres, de sus fracasos y sus triunfos. Qué piensas cuando te reúnes con toda tu familia. Qué piensas cuando no puedes dormir, qué piensas al despertar. Qué piensas los lunes o los jueves. Qué piensas cuando ya no puedes más.
Qué piensas de la última de Bond, qué piensas de El Rey León. Qué piensas cuando ves caer la lluvia o cuando nada más te tumbas sobre tu colchón. Qué piensas del machismo y de la intolerancia. Qué piensas del futuro, qué piensas al recordar tu infancia.
Qué piensas de los mensajes sin respuesta, de las llamadas perdidas, de las horas de conversaciones inacabadas. Qué piensas de las risas sinceras, de las fotos robadas. Qué piensas de los sueños disparatados y de las confesiones de madrugada.
Qué piensas de las sorpresas, qué piensas cuando abres un regalo. Qué piensas al soplar las velas en los cumpleaños. Qué piensas de las fiestas navideñas, del consumismo y de la solidaridad. Qué piensas cuando estás frente al mar.
Qué piensas cuando tiembla la tierra y cuando tiemblo yo. Qué piensas del aroma a café y de mis ojos al sol. Qué piensas del orgullo que condena y libera, provocador. Qué piensas cuando hacemos el amor.
Qué piensas de lo que escribo…
Y qué piensas de mí, y de la mujer que soy.