Hoy no voy a prometerte la eternidad ni tampoco estoy capacitada para bajarte una estrella, ni para pintarte la luna de colores, ni para pasear en nubes de algodón que se puedan desvanecer mañana. Hoy simplemente puedo prometerte sinceridad. Así que aquí me tienes, desnudándome para ti. Cuántas veces lo hemos hecho, ¿verdad? Cuántas veces nos hemos quitado mutuamente la ropa y hemos sentido el desfallecimiento que viene tras cada escalofrío. Tantas que hemos perdido la cuenta de los besos que nos damos, aunque llevo guardada también la lista de los que nunca llegaron. Lo siento, soy así y a veces me consume la memoria. Por eso ahora no quiero volver a las andadas ni perderme en esos mares de deseo confuso, de tormenta en la cama y tormento en el alma. Hoy nos toca ser tan adultos como para prometernos lo que sí podamos cumplir aunque sigamos jugando al amor con esa magia tan nuestra como infantil. Y si te da miedo no te preocupes, que por eso estoy yo aquí dando el primer paso, desnudando todas mis promesas ante ti.
Prometo cuidarte la fiebre y la depresión, la conjuntivitis, el dolor de cabeza y el maltrecho corazón. Prometo salvaguardar tus espaldas y batallar con tus demonios. Prometo ser la mujer que encienda tus pasiones y alivie tus temores, si tú me dejas. Como también prometo riñas y portazos, pero nunca engaños y mucho menos traición. Te prometo la misma lealtad en la cumbre y en el pozo, con cifras de muchos ceros y con números rojos.
Prometo risas descaradas, ahogadillas en la playa, sonrisas íntimamente pícaras y miradas de esas que dicen ven sin pronunciar palabra. Te prometo ilusión y esfuerzo por salir adelante cuando las cosas se nos tuerzan. Prometo soplar siempre con el viento a nuestro favor y remar hasta el extremo cuando la vida nos lo ponga más difícil. Te prometo respeto por la persona que eres, por tus ideales, tus pensamientos, tus manías y tus misterios. Prometo preguntarte qué tal tu día cada día de mi vida que pase sin ti y quedarme a escuchar tu respuesta.

Prometo ser paño de lágrimas y saco de boxeo cuando lo necesites, igual que almohadón y refugio cuando busques calma. Te prometo películas en versión original y entradas para todos los conciertos y partidos que te emocione ver. Prometo hacerme la remolona en la cama los domingos y noches de cine y palomitas los miércoles. Te prometo dulces caseros cualquier tarde, restaurantes de postín y comidas callejeras. Prometo silencio por las mañanas y no prometo no soltar algún gruñido por el pasillo, pero te prometo compensar mi mal despertar con las mejores buenas noches que puedas soñar.
Prometo no soltar tu mano mientras tú quieras agarrar la mía, y caminar a tu lado en la desesperanza y en la soledad, porque sé que para lo bueno tendrás muchas manos más. Te prometo calor cuando llegue el frío y brisa fresca cuando nos intente ahogar la rutina. Prometo locuras, fiestas y sorpresas, te aviso desde ya de todo eso. Prometo romper los platos de vez en cuando y no ser ninguna niña buena en la cama, pero eso ya lo sabes tú.
Te prometo viajes, muchos viajes, todos los que hemos pactado ya y todos los que podamos imaginar. Te prometo cartas de amor de aquí a cincuenta años y notitas tontas al lado de la lista de la compra. Te prometo bailes descalzos sobre la alfombra y libros por compartir. Prometo noches en vela junto a ti y tus problemas, prometo energía y soluciones. Y si no puedo encontrarlas, te prometo todo el apoyo y la fuerza que soy capaz de dar.
Prometo deshojar la margarita hasta que me diga que sí me quieres aunque no necesite flores para saberlo. Prometo seguir siendo la chica de los regalos inesperados y la que irá a donde haga falta por estar a tu lado. Prometo no tentar a la suerte ni jugarme el todo por nada que me haga perderte. Te prometo un hogar divertido, sincero, generoso, cálido y respetuoso. Te prometo la enorme aventura de ser padres si la vida nos escoge algún día para ello, mientras el cielo guarda lo que no nos concedieron.
Ya ves que no puedo prometerte nada fuera de lo común ni que tendrás una vida perfectamente rosa a mi lado, pero tampoco pido de vuelta ser la protagonista de tus cuentos de hadas y princesas. No quiero ser el ideal soñado y quedarme al final perdida en los sueños que por irreales se nos han desgastado. Así que mírame mientras me desnudo delante de ti con cada una de mis promesas resbalándome la piel. No puedo prometerte lo que no tengo y lo que no soy, pero si te atreves a venir conmigo, después de todo, lo único que puedo prometerte sin tapujos ni complejos es mi amor.
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