Tienes dos palomas azules esperando alzar el vuelo pero mucho te temes que ya están más que estrelladas. No son las primeras ni serán las últimas, lo sabes, simplemente son tus dos palomas del momento, con más o menos importancia, elegidas hoy para rendirle homenaje a todas aquellas que antes y después también fueron y serán sacrificadas en silencio.
Primero partió una paloma en solitario buscando el camino. Al rato se le unió su compañera gris portando el mensaje que les encomendaste. A veces tus palomas grises se mantienen en la espera durante horas, retenidas nunca sabes si por las circunstancias o por estrategia, o por un poco de todo. Pero normalmente a tus palomas se les permite liberar su carga y se tornan azules. Un azul limpio que invita al alivio: ya lo leyó.
Pero ese azul empieza a verse negro conforme pasan las horas y a tus palomas nadie les dice ni pío. Se te cuelan en la mente con un aleteo constante y temido, y por mucho que te distraigan otros pájaros no dejas de pensar qué habrán hecho tus pobres palomitas para merecer tanto desprecio.
Así que revisas la conversación buscando el fallo, TU fallo, que desencadenó este huracán de silencio tan de repente. Pero no lo encuentras, todo parecía en calma, era divertido, ameno, distraído, a ratos la risa, a ratos lo serio… Bien, normal, casual. «Bueno no pasa nada, la gente está ocupada…» Esos argumentos que te repites cual dogma para mantener la esperanza y matar el miedo por haberla cagado sin saber muy bien cuándo, cómo o por qué.
Aquí cada cual con su paciencia aguanta más o menos, pero a todos nos llega un punto en el que decidimos que ya es suficiente, no se puede estar tan ocupado como para no poder contestar, ¿no? Maldito whatsapp. Cuando pasan horas, muchas horas, y controlas (porque lo haces aunque lo niegues) esas últimas conexiones que encima son constantes pero tus palomas siguen quietas en la jaula se te activan dos resortes: o te hundes más en la miseria o lo mandas a tomar viento con sus dichosas aves.
Si escoges la primera opción volverás a revisar letra por letra todo lo que dijiste comprobando las mil entonaciones posibles, tratando de encontrar el puñetero error, siempre TU error, que ha provocado esta situación tan incómoda como triste. Tendrás la tentación de mandar nuevas palomas en son de paz disculpándote por una guerra que ni siquiera sabes si existe, o pidiendo explicaciones para tanto mutismo. Puede que al hacerlo consigas un bonito baile de alas despreocupado, como si tal cosa, y la comunicación retomará de nuevo su cauce riéndote de lo tonta que eres imaginando lo que no es. Hasta nuevo aviso…
O puede que, cuando te arriesgues pidiendo una mísera explicación para intentar salir de ese ostracismo al que sin sentencia te han condenado, a aquellas primeras palomas tan desdichadas se les unan otras nuevas abocadas al mismo final. Más azules si cabe, ignorada con más éxito. ¡Bravo!
Entonces lo que sigue, después de abrir y cerrar whatsapp casi poseída por el nervio y quedarte mirando ese nombre como si por mucho verlo telepáticamente algo se fuera a reactivar, es pasar el duelo. Llora por ellas, entra en cólera si es necesario, expulsa tu rabia, vuelve a llorar. Tus palomas están vistas y muertas, sí, pero sacúdete el sentimiento de culpa y cédele el turno a la segunda opción. Porque seguramente tú no dijiste nada tan inadecuado como para merecer esto y si así fue, que te lo digan claro. No hay peor sensación que darle vueltas a algo con la rabia y la pena del desconocimiento, esperando ese pitido que de repente ha dejado de sonar sin que nadie te explique por qué, ¿verdad?
Definitivamente en esta era de las comunicaciones de lo que más carecemos es, curiosamente, de comunicación. Nos refugiamos tras unas palomas que van y vienen, tecleamos para no hablar, gestionamos las conversaciones a nuestro antojo sin pensar en la preocupación del otro, dejándolo con la palabra en los dedos sin piedad. Cierto, estamos ocupados y somos despistados. Pero tampoco nos pasemos con los desaires al prójimo, porque a veces ese visto y no visto duele mucho más.