Aquí estoy,
con el alma partida por tu ausencia
y el rumor aún caliente de tu voz.
Aquí estoy,
entre las gotas de lluvia que nacen en tus ojos
pero brotan en los míos.
Aquí estoy,
inmersa en la lucha de poder
entre un qué dirán cobarde
y un inmenso querer.
Aquí estoy,
fingiendo con ganas la risa,
amarrando con fuerza el dolor.
Aquí estoy,
naufragando en un frío mar de dudas,
invocando por costumbre tu atención.
Aquí estoy,
esperando oírte decir con palabras
lo mismo que clama tu verde mirada.
Aquí estoy,
marcando fechas en el calendario,
viendo los días morir sin redención.
Aquí estoy,
huérfana del sabor de tu piel
buscando consuelo donde no existe el amor.
Aquí estoy,
cuidando siempre tus pasos de lejos,
batalla la nuestra de dardos y besos.
Aquí estoy,
extrañando los volcanes y los colores,
tus abrazos…
El olor a tierra húmeda tras la lluvia,
el dulzor en la palabra,
los bailes, las flores…
Aquí estoy,
de nuevo y como siempre
siendo yo el fuego al que una y otra vez regresas,
siendo tú el huracán que no arrasa,
pero tampoco cesa.